Boraboy, un día con Dios, la creación y la comunidad

Dios dijo… y así fue. Esta es la primera Palabra de Dios. El primer libro con el que Dios nos habla es la creación. La creación refleja la belleza de Dios. En ella se expresa su voluntad, su creatividad y su modo de obrar. Todo lo creado por Él es bueno.

¿Saben por qué se habla de siete días?

Porque el mundo fue creado como un templo.

Lo primero que hizo fue separar: la luz y la oscuridad; las aguas de por encima del firmamento y las aguas por debajo del firmamento; finalmente separó las aguas de por debajo del firmamento de la tierra firme. Luz, aire y tierra firme, Él creó el espacio que necesitamos para vivir.

Luego empezó a ornamentar este espacio: vegetación en la tierra firme y luceros en el firmamento, para alumbrar el día y la noche y para medir el tiempo. Después llenó los mares de vida y la tierra de animales.

Por fin creó al varón y a la mujer, diferente al resto porque los creó a su imagen y semejanza y los puso en el centro de la creación, como si fueran el sagrario y los custodios de su templo.

El día séptimo está ligado al templo. Shabat (el día séptimo) significa “cesar toda actividad” y como Dios cesó su actividad, también el varón y la mujer deben descansar porque son imagen y semejanza de Dios.

¿Por qué el escritor miró la creación como un templo?

Este texto fue escrito cuando el pueblo de Israel estaba deportado en Babilonia entre los años 587 y 530 B.C. En Jerusalén el templo había sido destruido. El lugar donde residía la gloria de Dios ya no existía, para el pueblo significaba que Dios los había abandonado, que se había cansado de ellos a causa de los pecados del pueblo y, por tanto, ya no tenían esperanza ni futuro como pueblo.

El autor del capítulo primero del libro del Génesis, inspirado por el Espíritu Santo, da al pueblo otra clave para entender a Dios: toda la creación es un templo y toda vida es un signo de la presencia de la gloria de Dios.

En nuestro tiempo este templo de Dios está siendo destruido, los amigos del dinero y del confort están eliminando la vida vegetal, animal y humana. El mundo está ahora gravemente herido como el hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó, y la indiferencia de los que pasan y piensan sólo en sí mismos, lo hacen agonizar aún más rápido.

La Iglesia ha asumido una posición muy clara en este tema y está despertando la conciencia de muchos en este mundo para revertir la situación.

¿Qué podemos hacer nosotros?

Debemos reeducarnos y educar a nuestros niños a respetar todo lo que Dios ha creado y a reencontrar en toda creatura la belleza de Dios. Creo que esto sería un buen comienzo y nos haría más disponibles al encuentro con Dios, nuestro Padre y nuestro creador.